lunes, mayo 17

Bienvenidos a casa

Porque la vida no es más que miel dulce que tratamos de conservar en miles de recipientes. Una miel que se resbala si no la guardamos como es debido, un líquido peguntoso que se nos adhiere a la piel, que se nos pierde con tan solo una llovizna, y se endurece con el frío.

¿Quién no quiere esa miel, ese azúcar necesario para vivir? La probamos y queremos más, pero ¿cómo conservarla? Creedme, no hay forma, se evapora como el caramelo.

En este mundo en el que nada dura (a veces, ni siquiera el amor), buscamos como locos el recipiente perfecto, sin éxito. Pero puede que exista un material, de los más resistentes, que merece la pena probar, con el que no hay que conformarse tan solo con un tarro: la familia.

Pensad que “el viento sopla hacia donde quiere”, y que ante nuestra imperfección la mejor opción es “vestirse de Amor, que es el vínculo de la perfección”. Dichosos, pues, aquellos que viven en familia, que mantienen parte de este imperfecto mundo, de esta miel, lo mejor posible.

Y a todos los que se incorporan a una nueva familia, bienvenidos a casa.

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