domingo, abril 25

Con las gafas de "mirar bonito"

No ser feliz es para mí una tarea tan laboriosa que por cansancio acabo abandonándola.

Me resulta complicado no disfrutar de mi viaje en autobús escuchando a la gente y a la niña que dice que le quiere dar al botón de parada ella misma, aunque ya le haya dado otro anteriormente. Me es trabajoso no pensar que soy un Ferrán Adriá en potencia cuando admiro mi perfecta ensalada hecha con lechuga y tomate. Encontré bastante complicado no aplaudir cuando el otro día la reverenda hacía malabares mientras un niño recorría el pasillo central de la iglesia en bicicleta gritando a toda voz “Aleluya, Cristo ha Resucitado” y además en inglés... Me encanta decir en un restaurante que si me “pueden tomar la comanda”, solamente por el gusto de intentar que esa frase no se pierda. Y también me encanta silbar.

Como veis busco la felicidad constantemente (al igual que vosotros) y he desarrollado una capacidad especial para localizar “puntos felices” en cada acción que ocurre a mi alrededor. Es muy importante para esta tarea olvidarse la vergüenza en casa y llevarse las gafas de “mirar bonito” siempre en el bolsillo.

Pero si hay algo importante para que pueda ocurrir lo anterior es saber y recordar que todo es posible por la fe que tengo en Dios. Cuando te prometen la vida eterna y eres consciente de tal promesa las 24 horas del día es difícil no ser feliz, os lo aseguro.

Cierto es que tienen lugar acontecimientos complicados y duros muchísimas veces que torpedean mi calma, pero es también mi misión compartirlos con Cristo y con las personas de mi alrededor por la simple razón de poder disfrutar con ellos cuando tales problemas parecen mejorar.

Mi corta experiencia me ha demostrado que seguir a Dios ofrece muchas ventajas y ningún inconveniente, y eso me hace feliz. Y como me hace feliz, lo hago.

domingo, abril 18

La vida, un motivo para la alegría

La vida pasa y…. la vida pasa. No hay más. Pero ¿por qué a veces no nos basta? Cuando un niño pregunta qué es eso, señalando un bolígrafo, sólo puedes responderle que es un bolígrafo, aún volviendo a preguntar el niño: ¿por qué es un bolígrafo?…. La respuesta vuelve a ser la misma, no hay otra: es un bolígrafo, ¿qué más quieres saber?

¿Y si cambiamos la pregunta?: ¿Qué puedes escribir con eso?.... Ahí es donde radica la belleza de ese bolígrafo.

Si dejamos de aceptar la vida, la vida deja de aceptarnos. Esa es la única respuesta. Así que debemos empezar a pensar qué hacer con nuestra vida, qué escribir con ella.

Con el paso de los años, estos pesan cada vez más, pero porque se van llenando, y eres tú el que decides de qué llenarlos. Sí, habrá errores dentro de ese gran saco, pero no debe importarte si dejas sitio también para cosas buenas.

Y hay mucho que meter en ese saco: la alegría de vivir en una familia que te quiere, o el esfuerzo de construir una; amigos que te animan, con los que divertirte, con los que crecer; un grupo por el que luchar, que construir, con el que avanzar hacia adelante; unos estudios, un trabajo, una meta que alcanzar para probarte a ti mismo, para ver hasta dónde eres capaz de llegar; un servicio a partir de lo que has aprendido, una entrega, dejarlo todo para seguirle; un descubrimiento, un conocimiento que te hace feliz, una espera; un cielo, un sol, una playa, una mascota que te acompaña, un árbol, una colina, unos ojos que te miran, una sonrisa que no cambia; una vida que pasa, lentamente, contemplando el alba,….

Cierra los ojos, respira…. Esa es la vida.

lunes, abril 12

"Pon de tu parte, Él hará el resto..."

(Imagen de Israel Andrés, 1º puesto en el concurso Se busca 2010 de la web http://www.yquemasquieres.org/)